martes, 5 de agosto de 2008

Mariposas en el estómago

Hace más de dos semanas mi humanidad ha estado experimentando esas estúpidas y traicioneras sensaciones, resultantes de emociones cursis y baratas que a su vez son desencadenadas por un sentimiento también traicionero, por cierto, llamado enamoramiento, no estoy segura si es un estado de ánimo, un síndrome, una epidemia, una crisis, un evento afortunado o desafortunado, lo único que se es que tengo un elevador en la panza, escucho esa vocecita de repente y automáticamente me da un vuelco la panza, vengo más guapa que de costumbre, creo que ya te diste cuenta y sabes? me encanta que me digas que me veo bonita o guapa, aunque hoy me revelé y dije ni madres! me voy bien pinche fodonga haber si espanto esas mariposas traicioneras que ocupan un lugar en mi estómago a la hora de la comida y termino por dejar la mitad del plato, mentira se me hizo tarde por que pude conciliar el sueño hasta muy tarde, para variar pensando en ti.

He estado durmiendo poco, pienso mucho en Ti, aunque te he soñado sólo una vez, me gustó mucho ese sueño bobo, no te besé, pero ese sueño fue muy especial porque antes de dormir le pedí a Diosito poder soñarte, lo pedí como señal de que pudieras ser algún día para mi, pero que juicio no! nunca te había soñado, alguna vez Tú me dijiste que había aparecido en tus sueños y y lamenté no poder contestarte yo también!
Tal vez el hecho de no poder dormir no me importara tanto si aparecieras sólo unos segundos, tooodas las noches en mis sueños, pero no, no he vuelto a soñarte. Voy a volver a pedrírselo a Diosito haber si sucede, no... mejor le voy a pedir que no sea sólo en mis sueños, que me deje disfrutarte en vivo ya todo color, los días que me permita hacerlo.

Me levanto muy temprano por que tengo que ponerme bonita para cuando tú me veas, aunque sea sólo las cuatro veces de rigor en los que tengo que pasar justo frente a tu oficina, volteas con esos ojos miel y de reojo me recortas, a veces atinas a voltear de frente y saludarme, otras veces nada más se me pone la piel chinita por que sé que de espaldas déjas tu mirada clavarse en mis caderas.
Cuando llegas o te vas y logro escuchar tu voz, desde recepción hasta mi cubículo, siento ese elevador que dispara mis entrañas, me siento ansiosa, más que de costumbre, como esperándo algo que sé que va a llegar pero nomás no llega, me conecto con la ilusión de platicar contigo un ratito, hay días en los que me siento muy valiente y digo ahora si me le declaro, me cae de amadre! pero me gana la cobardía o no lo creo prudente en ese momento y me rajo, quiero paciencia , mucha paciencia por que no quiero regarla y a veces creo que no pierdo nada, el miedo es el más traicionero de lo sentimientos y quiero acabar con él, pero no sé cómo. Échame la mano y sígue diciendo esas cosas bellas y piropos increíbles que pendéjamente me derriten, puede ser que me atreva y te lo suelte todo o que me aburra y pegue la vuelta. O podría ser que me sorpendas y te me declares tú.

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