viernes, 11 de junio de 2010

Farmacia "Don Miguel"

La semana pasada nos dejó tiradas a Laura y a mi la camioneta del trabajo, en una calle muy cerquita del centro, de repente se mató y sólo alcanzamos a orillarnos para no estorbar el tráfico, quedamos justo enfrentito de una farmacia chiquita y nos dimos cuenta de ello, hasta que hicimos mil intentos de querer echarla a andar, empapadas de sudor y hartas de esperar la grúa.
El señor, que ahora sé que se llama "Don Miguel", un señor de mucho pelo para su edad, se veía como de 75, tal vez 80 años, cabello chino y pelirrojo, chaparrito, muy sonriente y dicharachero, encorbado pero muy línea y limpiecito, salió de su changarro y nos interrogó, le dijimos que esperabamos la grúa y muy amablemente nos invitó a que pasaramos a su farmacia, un lugar muy chiquito, pintado por fuera de Vitacilina y por dentro con tres estantes o gabinetes enormes para la cantidad de medicina que tenían dentro, entramos y nos hizo sentar en unas sillas naranjas como de sala de espera, me llamó la atención que las paredes en lugar de tener pintura, estaban tapizadas, y era un tapiz viejísimo, la publicidad de los medicamentos y artículos, muy pocos por cierto, que tenía en exhibición y en venta, eran del año de la cachetada, como que el tiempo se detuvo en una época que no me atrevo a describir simplemente porque soy una mozuela de 27.
El lugar olía a viejito, me dieron muchas ganas en varias ocasiones, mientras estuve ahí, de cerrar los ojos e imaginarme en otro momento, podía oler el lugar, olía a momentos, a conversaciones de farmacias de colonia donde te enteras de vida y milagros de las personas, me dió nostalgía, demasiada, no dejé de ver en ningún momento cada mueble, cada imagen, cada poster publicitario, cada medicina en exhibición, la máquina registradora viejita y empolvada, hasta oxidada estaba, Don Miguel me veía y precisé dejar de fisgonear porque noté que empezó a incomodarse.
Laura y yo platicabamos mientras esperabamos, entraba y salía gente a saludar a Don Miguel, entró un hombre también mayor a contarle lo del trámite pra su visa láser que sus hijos le estan "arreglando", una señora jóven llegó a comprar una inyección anticonceptiva y una jeringa.
Don Miguel, de pronto se sentaba en un banquito que tenía del otro lado del mostrador a leer el periódico, nos hizo muy poca plática, muy cauteloso, atento, pero amable, de pronto Laura le hizo una pregunta
- ¿Cuánto tiempo tiene en ésta farmacia?-
-"Uuuuy!! Yo creo usted todavía no nacía señorita" -¿Cuántos años tiene?- Le regresó la pregunta
-Tengo 39- Le contestó
-Ah pues usted tenía 4 años cuando abrí ésta farmacia, Tengo 35 años aquí- toda una vida.
Sentí más nostalgia, por que en ese momento entendí que para Don Miguel, esa farmacia era su vida, probablemente todo lo que tenía o lo más suyo que tenía, aunque vendiera unas aspirinas en todo el día, jamás dejaría de abrir su farmacia y trabajar todos los días de 8:00 am. a 4:00 pm., pues dijo la inseguridad estába a la orden del día, tampoco podía dejar de saludar a sus amigos, a las personas que sabemos que abre todos los días a pesar de su edad, a pesar de la inseguridad, a pesar del calor, a pesar de que no tiene la farmacia repleta de medicinas de patente, ese fue y probablemente siga siendo su sustento y tal vez algo que ama a pesar del tiempo.
La grúa por fin llegó, nos despedimos de Don Miguel de mano, y sólo le dijimos muchas gracias y cuídese, me quedé pensando qué otro motivo existe para que siga abriendo su farmacia, qué más lo mantiene de pie detrás de su mostrador, todos los días, sin falta.
Cuando llegué a mi casa, por la tarde, le conté a mi mamá, le dije dónde estaba exactamente la farmacia y me dí cuenta que no era la primera vez que entraba a esa farmacia, mi madre compraba las pastillas para las terribles nauseas del embarazo cuando me estaba esperando a mi!!!!
Tengo que regresar y contarle a Don Miguel, agradecer su atención que dice mi mamá que siempre ha tenido, estpy pensando qué le puedo llevar como detallito por las pastillas que le quitaban las nauseas a mi mamá y por el detalle de no dejar que nos rostizaramos como pollos mientras esperabamos ayuda.

miércoles, 27 de enero de 2010

Yo de regreso y ya voy en camino

Tengo unas ganas enormes de irme de la ciudad, de vivir una vida distinta, nueva; de correr, volar, navegar o lo que sea que tenga que hacer por encontrarme con el destino, siento que todo éste tiempo he dejado que él venga a mi, aunque no me quejo del resultado de este encuentro, tengo la ligera sospecha de que le va a dar un gusto enorme saber que ésta vez fui por él, fui por todo!