viernes, 24 de julio de 2009

Lluvia

La lluvia amenaza la ciudad,
me quedo sentada en el escalón de la casa
que da al patio trasero, que en realidad es el de enfrente.

El aire humedo y helado,
humedo y helado como mis ojos, como mi alma,
comienza a aliviar la temperatura
caliente y asfixiante de todo el día.

Es un aire fresco, un aire que huele a agua
Me siento descalza sobre
el escalón que da al patio trasero
cansada de todo el día,
cansada de pensar, de imaginarme,
cansada de esperar, de ser comprensiva
de ser una mujer madura,
esa que dices que soy en un 110% y el 10% es un plus
sólo por que dices que cocino muy rico.
En mis ojos aparte de lágrimas hay hastío,
mucha incertidumbre.

Apunto de llorar, lo inevitable;
comienza a llover, las gotas frías terminan por caer
finalmente del cielo.
Dejo salir mis lágrimas para que se confundan con ella,
mientras cubro mi rostro lloro, no dejo de llorar.

Me quejo, me quejo por ser esa mujer que comprende,
que asiente todo con un "no hay problema, todo está bien"
Por ser esa mujer del 10% como un plus.

La lluvia me acaricia, me tranquiliza, me dice que todo está bien,
que puede estar mejor,
me consuela, refresca mi cuerpo y también mi alma.

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